Si aprovechamos en estos días, para visitar y recorrer Las Lagunas de Ruidera, nos daremos cuenta de que el otoño ha llegado. Después del largo estío veraniego en este Campo de Montiel, los días se acortan, las temperaturas bajan durante la noche y llegan las primeras y copiosas lluvias que tan importantes son para la conservación de estos humedales manchegos. Los niveles freáticos del Acuífero ascienden y reaparecen los manantiales, los llamados “ojos”, que junto con multitud de arroyos vuelven a recorrer el valle del Alto Guadiana, consiguiendo llenar las lagunas y produciendo los saltos de agua tan representativos de este Humedal como son el llamado “Hundimiento” o los saltos de la laguna Redondilla y la Laguna Batana.
Al visitante, le llamara poderosamente la atención, que en otoño, el color del valle cambia formando bonitas estampas cubiertas en ocasiones, por brumas y nieblas otoñales. Las plantas anuales como el Carrizo o la Enea pierden sus verdes intensos, tan representativo durante el verano y cambian a ocres y marrones. Las lagunas se tornan en colores verdosos esmeralda, que contrastan con la multitud de álamos negros, que antes de perder sus hojas, colorean de amarillo las orillas de estas lagunas, otros colores llamativos son el rojizo de la Cornicabra o los verdes oscuros y perennes de la Sabina y la Encina.
Las Lagunas de Ruidera junto con otras muchas lagunas de la denominada “Mancha húmeda”, constituyen un lugar importante para las rutas de las aves migratorias. Es por esto que las Lagunas de Ruidera son Zona de especial protección para las aves a nivel Europeo (Zona ZEPA).
El inexorable cambio de estación, obliga a multitud de aves a desplazarse hacia el sur. Viajan buscando climas acordes a sus necesidades, huyendo del frio y buscando lugares donde alimentarse. Comienza una migración que les llevará, atravesando toda Europa hasta las zonas centrales de África y el Sahel. En meses posteriores serán las aves del norte de Europa las que poco a poco llegaran a la península y a las Lagunas de Ruidera, para utilizarlas como lugar de parada e invernada, quedándose con nosotros durante todo el invierno hasta la llegada de la primavera. Es en estos días cuando es posible observar, prismático en mano, multitud de especies de la familia de las Anatidas como el pato colorado, el Porrón común, y en algunas lagunas al escaso Porrón Moñudo, ya que es en estas lagunas donde tiene uno de los principales puntos de invernada en el interior peninsular.
Otras aves que posiblemente podremos ver durante nuestra visita, son el Martín pescador, pescando en los arroyos y cortados de Tobas o los Cormoranes y las Garzas reales en algunas ramas secándose al sol. Destacan también por su importancia el número de Aguiluchos laguneros y Aguilucho pálido, que todos los años se reúnen en las lagunas cercanas al pueblo de Ruidera para descansar en sus dormideros.
La humedad acumulada en el terreno, poco a poco dará lugar a la aparición de las apreciadas setas, entre la hojarasca y los tocones de madera. Las setas, conocidas sobradamente por los habitantes de las localidades cercanas y que con una buena y cuidada selección, pueden convertirse en plato exquisito a degustar en los restaurantes cercanos a Ruidera o Ossa de Montiel.
El otoño en este parque natural, es sin lugar a dudas uno de los paisajes otoñales más espectaculares de estas tierras manchegas. Un paisaje de colores tan bonitos, como efímeros pues este espectáculo otoñal solo dura unos días, dependiendo de la climatología. Invitamos a conocer el otoño este espacio protegido, recorriendo lo a pie, en bicicleta o acompañado por un guía- intérprete en las visitas 4x4. Disfrutando de este paraje singular que son las Lagunas de Ruidera.
Imágenes de Lagunas de Ruidera en Otoño